domingo, 30 de junio de 2013

Democracia vs. Mercado



Oh, la Democracia, ese sistema organizado, pacífico, humanitario, en el que sumando la voz de todos llegamos a las mejores decisiones posibles.

Oh, el Mercado, ese caos implacable e impersonal en el que los fuertes ganan y los débiles son desplazados, empobrecidos aún más y abandonados.

¿Es así, no? .... ¿no?



Hagamos una comparación entre ambos...


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DEMOCRACIA

En una democracia sólo una parte de las personas votan, los ciudadanos de un territorio limitado por fronteras. Si la votación es voluntaria vota sólo una parte de la ciudadanía. Si es obligatoria el voto votan todos los ciudadanos, aunque una parte de ella no está informada.

La mayoría ganadora toma la decisión, excluyendo a la minoría, de seleccionar a unos pocos funcionarios, en quienes delegan enormes capacidades de decisión. Estos pocos funcionarios luego eligen unilateralmente a muchos otros funcionarios que deben seguir sus órdenes. Pero la mayoría de los funcionarios no son elegidos por los votantes que ganaron.

Este cúmulo de funcionarios tienen la potestad de tomar decisiones sin consultar ni a la minoría ni a la mayoría que ganó la elección. Estas decisiones afectan a todas las personas, a los que ganaron y a los que no, a los que votaron y a los que no. Es u grupo pequeño de personas tomando decisiones por el resto.

Si son malas decisiones afectan a muchas o todas las personas. Para poder corregir esto la ciudadanía debe gastar tiempo protestando con varios medios para que los funcionarios electos teman que no los vayan a reelegir. Si no hacen caso, sólo queda esperar años para elegir funcionarios que los reemplacen o que se les opongan efectivamente. Entre periodo y periodo se va la vida.

Y luego irán llegando las próximas generaciones, que muchas veces tendrán que afrontar los costos de decisiones en las que no fueron incluidos.

Si este delicado método de concentración de decisiones se manipula sólo un poco, el conjunto de la sociedad tiene cada vez más difícil salir de un bache.

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LIBRE MERCADO:

Participan todos, independientemente de su capacidad de votar. Todas sus decisiones son libres siempre que no afecten a terceros. Deciden cuánto gastar y en qué, cuánto ahorrar, cuánto invertir y en qué, y con quiénes asociarse.

Cada acuerdo es considerado beneficioso por cada persona que participa en él, o se negaría a participar. Por tanto, cada acuerdo voluntario es mutuamente beneficioso. Y eso implica también que cada persona se esfuerza e identificar y satisfacer los deseos de otras personas.

La toma de decisiones es descentralizada por toda la sociedad, excediendo incluso las fronteras. El concepto de frontera le es ajeno al mercado. Sus dinámicas son universales.

Los riesgos son considerados por cada individuo, quien tiene muchos incentivos para considerarlos bien. Si consigue el éxito, recibe recompensas. Si no tiene éxito, carga con las pérdidas. Si causa daño a terceros, deberá compensarlos.

Si hay errores sus efectos no se esparcen por todo el sistema. También pueden corregirse en el acto, sin esperar años.

Y también puede ir a peor si se interviene en él desde el monopolio de la fuerza.

...

Con esto no digo que la democracia sea una herramienta perfectible y esencial para tomar algunas decisiones. Ni siquiera que no haya maneras de corregir los abusos de la representación. Lo que digo es que la santificación de la democracia y la demonización del mercado parte de una visión maniquea y dogmática que no resiste el más mínimo análisis. Las libertades políticas y las económicas dependen unas de otras, pero de la democracia no se desprende la libertad. La libertad política no puede existir sin algún tipo de democracia limitada, pero la democracia puede existir sin libertad política.

En resumen, éste es un recordatorio de NO EXISTE NI EL MERCADO PERFECTO NI LA DEMOCRACIA PERFECTA.
... pero los errores del libre mercado son menos graves y más fáciles de corregir.



- M -

¿Crecimiento a tasas chinas o trampa de las tazas chinas?



 Uno de los recursos más comunes en la caja de herramientas retóricas del gobierno kirchnerista (y sus defensores) es el recordatorio de que durante su reinado, la economía argentina creció "a tasas chinas". Pero si algo hemos aprendido con el tiempo en el mundo es que hay que tener un constante escepticismo ante el poder. Así que cuestionémonos un par de cosas.

1. ¿Es crecer necesariamente mejorar?

2. ¿Realmente creció Argentina?

Primero, ¿a qué le llamamos 'crecer'? Básicamente a que el Producto Interno Bruto (PIB) crezca un año en comparación con el anterior. ¿Qué es el PIB? Es una medida monetaria de la producción de bienes y servicios de un territorio X (un país) durante un tiempo Y (un año). Pero olvídense de las Xs y la Ys y atiendan a 'producción' y 'monetaria', porque ahí está la trampa. El PIB sólo mide producción, pero no mide destrucción. No registra si esos bienes son captados y malgastados por entidades estatales y para-estatales, mucho menos lo que se deja de invertir o de capitalizar. Tampoco distingue entre producción de bienes y producción de riqueza. El PIB puede crecer si haces una producción extraordinaria en un sector a costa de otros sectores y/o de otras oportunidades. Por sí solo, es un buen medidor de bienestar económico insuficiente, imperfecto. Los políticos de todo el mundo han comenzado a calibrar las virtudes de sus políticas públicas basándose en este único indicador. Esto es, en el mejor de los casos, un error, y en el peor una estafa.

Para ilustrarlo hago algunas preguntas:
¿Qué es mejor, $10 millones gastados en construir una prisión, o la misma cantidad gastada en producir una línea de smartphones? ¿Se genera riqueza talando indiscriminadamente una selva completa, sin posibilidad de recuperación, para producir $10 millones en leña? ¿Es productiva una tormenta que implique $10 millones en reparaciones?
El PIB sólo te muestra la cantidad de producción. No te muestra ni la calidad ni la dispersión de esa producción, mucho menos si ese producto es considerado riqueza. Que suba el PIB no significa que se esté creando un país mejor.

Para continuar la estafa, el crecimiento se mide en % de alza del PIB. Por ejemplo, de un año a otro sube un 8%, y decimos que eso fue lo que crecimos. Pero esto es una falacia doble. En primer lugar porque tal 'crecimiento' se mide en valores nominales, no reales. El dinero tiene varios 'valores' diferentes. Uno es el que dice el Estado que tiene (valor nominal) y otro es el que se mide en la cantidad de bienes y servicios que puede comprar (valor real). Pero todos sabemos que un peso de 1916 era extraordinariamente superior en valor a un peso del 2013. Es necesario tener en cuenta factores como devaluaciones e inflación.

El otro lado de la falacia es no considerar en lo más mínimo la Frontera de Posibilidades de Corrupción (FPP) que vendría a ser el punto histórico más alto de PIB real. En este sentido, el crecimiento propiamente dicho sólo puede entenderse como la expansión la FPP. Si este medidor no avanza no se puede puede decir con sinceridad que se haya crecido. Se puede decir que hubo recuperación, pero nunca crecimiento. Por eso el "crecimiento a tasas chinas" es una farsa de principio a fin. Porque llama crecimiento a la recuperación y sólo lo disfraza mostrando el valor del PIB con valores normales.

Si queremos ver cuánto creció Argentina esta década o más, es importante ajustar el valor del peso al de algún bien que haya perdido poco o nada su valor. Daniel Heymann, economista y ex jefe de la CEPAL, dio una exposición sobre macroeconomía argentina en la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires en la que mostró la imagen que encabeza el post. El gráfico muestra el PBI en valores reales desde 1970 hasta 2009, pero midiendo no pesos de hoy sino en dólares del 2000.

El gráfico es cortesía de Punto de Vista Económico. Heymann es algo generoso, considerando que no hizo la medición ni en oro (que ha preservado mucho su valor) ni en el dólar más valioso de la Historia (que no es el del 2000). Y aún así se ve claramente lo que traté de explicar más arriba: ... crecimiento ninguno, sólo bastante recuperación. Lamentablemente los datos sólo llegan hasta el 2009. Viendo el desarrollo post-elecciones del 2011, me parece que el cuadro será aún peor.

Por supuesto, ningún gráfico mostrará la realidad de cada momento, y tomando en cuenta lo anterior es importante ver que producir mucho no es solución de nada. A lo que sí nos ayuda es a recordar que no es lo mismo 'crecer' con un peso devaluado que 'crecer' con un peso más fuerte. Y tampoco podemos olvidar que elevar el PIB es necesariamente mejorar. La triste realidad que nos rodea luego de una década de "crecimiento a tasas chinas" debería ser suficiente sospecha incluso para el menos informado. Argentina sigue siendo un país tercermundista y lo seguirá siendo hasta que su clase dirigente política libere a su economía. Hoy la siguen teniendo de rehén.

¿Quieren ver dónde sí se logró un indiscutible crecimiento? En las villas.