sábado, 19 de octubre de 2013

Explotación


Muchos socialistas nos acusan a los libertarios de creer que los empresarios son siempre buenos. Que no están guiados por el interés egoísta de maximizar la ganancia y que no explotan nunca a los trabajadores. Que todos los empresarios son visionarios altruistas que simplemente quieren beneficiar a la sociedad toda. Y no queridos, no pensamos eso. Ni Ayn Rand pensaba eso.

A diferencia de la propaganda socialista más básica, el mundo según los liberales no es en blanco y negro, ni lo vemos clasista o colectivistamente. ¿Los empresarios son siempre buenos? Para nada. Tampoco siempre malos. Algunos empresarios son hijos unos tremendos hijos de puta, otros samaritanos filántropos y hay mucha escala de gris en el medio. Cada individuo es único y su vida está cargada de matices

Algo sí es cierto... el 99.9999% de los empresarios quiere maximizar sus ganancias, pero eso no tiene nada de malo. El trabajador también quiere ganar más por menos horas y menos intensidad de trabajo; tampoco es malo. Eso nunca cambiará. No se puede crear el Hombre Nuevo. Todas las personas tenemos intereses propios que nos guían, incluso cuando nuestro interés es ayudar a otros. El problema no son las intenciones sino el poder para llevarlas a cabo.

Por eso los Estados son tan peligrosos, porque también se componen de individuos con intereses propios, como el empresario o el trabajador, pero con inmensísimo poder para imponerse. Admito que entre el político, el empresario y el trabajador asalariado el último es el más vulnerable y más cagado por el poder, pero la solución más ingenua que se te puede ocurrir es darle más poder a algunos políticos para que lo usen en defensa de los trabajadores. Es muy, muy ingenuo. Y no hay que saber demasiado de Historia para ver que el poder político suele venderse al mejor postor, que abundan las alianzas perversas entre gobiernos demasiado poderosos y corporaciones amigas.


Lo que no entienden los socialistas es que el gran mérito del libre mercado es que fragmenta el poder y lo fuerza a distribuirse mejor, porque la toma de decisiones está altamente descentralizada. ¿Significa que el empresario deja de tener una alta cuota de poder personal? No. Pero se ve reducida (y puede hasta perderla toda) en la competencia con otros. No es que en el libre mercado muchos empresarios no quieran explotar trabajadores... es que no pueden. El gran éxito del mercado, potenciado en la medida en la que es más libre, no es haber desaparecido al egoísmo y la ambición - imposible - sino hacerlos inofensivos y hasta productivos. En contraste, el gran desastre del estatismo es darle poderosas armas a la ambición de algunos para que las usen contra otros.

En ese sentido, los libertarios aborrecemos la explotación, pero la diagnosticamos de otra forma. Cada vez que hablamos de corporativistas, pseudo-empresarios que usan al Estado para sostenerse y reducir a la competencia, estamos hablando de explotadores. Lo son porque aprovechan ese privilegio para ofrecer poco a sus trabajadores, extorsionar consumidores y parasitar a los contribuyentes. En ese sentido sí vemos algo parecido a una oposición de "clases sociales", porque esa es la única distinción de clases que nos importa: la que hay entre los privilegiados y los perjudicados por el Estado.

El problema de la izquierda es que ve un mundo de clases sociales perfectamente definibles (no lo son) y que sólo tienen contradicciones entre sí.... que nunca cooperan. Pero el mundo no es así, la Historia ha demostrado que no es así y, como dije más arriba, no hay que saber de Historia para entender que los empresarios no son malvados, tiránicos e inhumanos "cerdos capitalistas". No importa cuánto lo repitan los panfletos y consignas de la izquierda, seguirá sin ser verdad.

Al final del día, los liberales como yo (o bleeding-heart libertarians) y los socialistas coincidimos en algunas cosas claves. Creemos que un factor importante para decidir qué instituciones tener es mirar cuánto benefician a los pobres y vulnerables. Creemos que buena parte de la pobreza y la marginalidad de hoy (o la ausencia de progreso) se deben que determinados grupos de poder se han beneficiado a costa de la vulnerabilidad de otros, y en su perjuicio. Llamémosle explotación.

¿Dónde se diferencian un liberal y un socialista? En que diagnosticamos de maneras muy distintas quiénes son esos actores explotadores, por qué métodos lo consiguen y cómo solucionarlo. Para nosotros, quienes explotan lo hacen siempre valiéndose del Estado, de forma directa o indirecta, y la mejor manera de solucionar esto es fragmentando su poder, sometiéndolo a la libre competencia, a la "democracia" descentralizada del mercado... un sistema en el que finalmente no impere la ley del más fuerte sino la protección de los derechos básicos de todos los individuos.

Un estatista, en cambio, considera que la única forma de vencer esos poderes explotadores es acrecentar el poder del Estado, el cual por alguna razón ve como antagónico de los mismos. Y cuando la experiencia le demuestra que no es así, que el poder de coercionar suele ser vendido al mejor postor (económico o político) entonces pasan su vida intentando conseguir que las personas que piensan como ellos (los "buenos", los "honestos", los verdaderos "representantes del pueblo") destronen a la élite gobernante y usen sabia, responsable e incorruptiblemente esos poderes extraordinarios que ellos creen que debe tener el Estado. No entienden de descentralización de decisiones, ni de negociación, ni de complejidad... sólo entienden el poder. Y ese poder debe ser acumulado, centralizado y puesto en manos de una élite de héroes que sabrán dirigir a la sociedad.

Esa inmadurez es central en la hegemonía cultural estatista de hoy. Por supuesto que todos los liberales nos oponemos fervientemente a ella. Y nos oponemos porque nos importan los más vulnerables en la sociedad.